Educación, cultura y políticas de Estado

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Por Diego Eduardo Mendez (especial para ICNdiario)
En primer lugar, quisiera destacar al hombre como ser social. Nace, se desarrolla, y muere dentro de un contexto social, interrelacionándose con el resto de los miembros de la comunidad. La educación es parte de esta descripción; supone un aprendizaje para el desarrollo personal del educando y su posible inserción en el lugar del mundo que le tocó vivir. Todo individuo que se relacione con otro, educa y es educado en ese intercambio; ya sea por la asistencia a una institución formadora como la escuela, o por la mera interrelación con los sujetos con quién comparte el ambiente.
La importancia de lo antedicho, radica en que la educación es generada e influida por el contexto; aunque no debe dejarse de lado que esta función principalmente le corresponde a los padres como “primeros educadores”.
En un principio, es innegable que la educación corresponde casi exclusivamente a los padres, luego, a la edad de escolarización, esa función es compartida con el estado y la sociedad misma; y por último, se nota como cada uno de los educandos toma su propio camino para elegir el tipo de educación que prefiere.
Ese rol que debe asumir el estado (particularmente en la edad de escolarización) tiene la característica de subsidiario. Si bien es por ley obligatorio enviar a los niños a la institución educativa, no deja de pertenecer al padre el derecho de elegir sobre la educación de su hijo. Lo que es estado debe lograr es la transmisión de: conocimientos que los padres (por finitud humana) no podrían transferir, y de elementos que le sean útiles para el desarrollo como ser social; adquiriendo las normas, valores, creencias, usos y costumbres; para que logre aceptarlos y tomarlos como propios.
Lo que debe tenerse siempre en cuenta, tanto para la familia como para el estado, es que debe educarse para la libertad de la persona. Con esto se pretende reconocer el derecho de cada individuo a gobernar su propia vida, sin dejar de lado que debe hacerlo dentro de los límites que le impone estar relacionado con el resto del mundo; teniendo en cuenta que sus acciones repercutirán, en mayor o menor medida, en el medio ambiente en que se desarrolla su propia vida.
Como surge de la historia, siempre hubo lucha de poderes y clases sociales. Estas, en la mayoría de los casos, determinaron la educación que los hijos recibieran de sus padres según en la posición que ellos se encontrasen.
Uno de los pilares que se tiene como fundamentales desde el estado a la hora de legislar sobre educación, es el garantizar la igualdad de oportunidades y posibilidades. Pero es posible ello sin modificar las estructuras sociales existentes? Es posible otorgar esas igualdades sin modificar la forma de distribución de la riqueza?
Personalmente, defiendo la postura del empresario, de que las ganancias deben pagar el gran riesgo que afecta a su patrimonio y las enormes responsabilidades que asumen al tener otros individuos a su cargo. Lo cierto es que no tiene que ser la clase baja la que cargue con esos costos. Como bien se establece en la ley de impuesto a las ganancias, cada individuo debe aportar en concepto de impuesto, lo que esta a su alcance de acuerdo a sus ingresos; lo que se llama “capacidad contributiva”. Como bien analiza Axel Rivas en su conferencia TED sobre justicia educativa, hoy en día, las regulaciones sobre estos conceptos están fuera del orden lógico; quién menos gana, más aporta en conceptos de impuestos.
Una de las principales medidas que deberían tomarse, serían en orden a la correcta distribución de los ingresos para fortalecer el sistema democrático favoreciendo la igualdad en su sentido más amplio.
Por otro lado, también me es imprescindible referirme a la educación para el trabajo. Una persona adulta, debe trabajar para terminar de auto-realizarse. El trabajo no solo dignifica, también educa y genera ingresos para la manutención, propia y de la familia. Retomando el tema anterior, una correcta distribución, permitiría a este trabajador, a través de su actividad, acceder más fácilmente a la igualdad. Y no solo a la igualdad, sino también al reconocimiento.
Lo que detecto hoy en día, es la vaga dirección del mensaje estatal hacia este concepto. Refiriéndome particularmente a la Argentina de los años 2000, la política se enfocó al subsidio de las necesidades de las personas sin trabajo, a través de montos de dinero establecidos sobre criterios poco razonables (por ejemplo, cantidad de hijos). Bajo esta postura, no solo se fomentó la cultura del no trabajo, sino que se favoreció al aprovechamientos de los sectores capitalistas, brindando oportunidades de empleo no registrado con menores posibilidades de detección; y de esta forma, la evasión fiscal y la desigual distribución del ingreso.
Lo que menciono, no lo considero alejado de la función del estado sobre la educación. La incidencia de las premisas que enuncio, se vinculan directamente con la educación para el ejercicio de la libertad y la inclusión social.
En mi opinión, esto ha ido llevando a un cambio radical, principalmente acerca de los valores y costumbres compartidos por los integrantes de la sociedad. Hoy en día nos encontramos en un momento de crisis en el que los habitantes de la nación no tienen conceptos similares sobre ciertas cosas; como por ejemplo el valor de la vida, el respeto al prójimo, los límites de la libertad individual.
Hasta aquí me he referido solo como responsables de la crisis cultural a la distribución del ingreso y al trabajo; pero no solo ellos son los responsables ni los perjudicados por la misma. La influencia de los medios de comunicación masivos, hoy en día cobran gran importancia sobre los valores de la sociedad. La transmisión imprudente de prácticas que no acuerdan con lo considerado moralmente correcto, ha influido enormemente en las nuevas generaciones de adultos. La globalización y el excesivo acceso a la información a sacudido lo conocido como válido o correcto.
En otro aspecto, las continuas prácticas imprudentes de los gobernantes, generan un descreimiento desde la sociedad sobre lo que desde allí se legisla. Por ello, no solo están en crisis las creencias y valores, sino también las normas impartidas por los representantes del pueblo.
Desde esta perspectiva, me inclino por enunciar que la educación está en crisis desde el momento en que la sociedad duda acerca de las bases sobre las que está constituida. Y que se profundiza a partir de las políticas de estado que incrementan la desigualdad y la discriminación; o que fomentan antivalores.
Para que se genere un cambio de raíz, es fundamental la acción de los representantes del pueblo. La creación de un proyecto de estado y de la estipulación del lugar que el país quiere ocupar en el mundo que lo rodea. La impartición de políticas y normas que se direccionen a la concreción de la misión y de los objetivos fundamentales, la concreta distribución presupuestaria de acuerdo a los fines propuestos, y la generación de valores que tiendan a la justicia y a la igualdad. La correcta articulación de las políticas y normas y la clara jerarquización de los fines e intereses, indicará el camino ordenado y congruente por el que se debe transitar. Ello facilitará la coordinación de cada uno de los agentes educadores, políticos y asesores, para que entre todos puedan orientar a la educación a los horizontes deseados.
Esta crisis cultural a la que aludo en varios de los párrafos, genera requerimientos (conciente o inconscientemente) hacia la institución educativa; por lo que el rol subsidiario que debe cumplir el estado, se ve comprometido a absorber cuestiones inherentes a los primeros educadores: los padres y la familia. La escuela, particularmente la dedicada a la formación de adolescentes, atraviesa en nuestros días un momento de crisis en virtud de que recibe crecientes requerimientos sociales como consecuencia de las dificultades de la familia, muchas veces afectada por difíciles situaciones económicas y sociales y por la aparición de nuevos problemas tales como la droga, la violencia, el fracaso escolar, la discriminación, etc., que en muchos casos, el ámbito familiar no es capaz de contener y resolver. Por estas circunstancias la escuela no solamente debe ocuparse de preparar a los adolescentes en los saberes básicos, para lo cual fue originalmente concebida, sino que también, actualmente, la sociedad le reclama que forme personas responsables, que sea contenedora de conductas adolescentes desviadas, que ayude a los alumnos en el cuidado de la salud, que los forme en el campo de los valores, etc. (tasca, 2012, p13).
A raíz de estos conceptos, he decidido encuestar a personas que se dedican a la docencia en lugares distintos, para edades disímiles, y desde puestos diferentes, sobre cual consideran ellos que es la función actual de la escuela. En primer lugar, la persona encuestada 1, Psicopedagoga, actual empleada del Ministerio de Educación CABA, anteriormente Directivo y Docente de Nivel Maternal e Inicial CABA, expresó “Actualmente la escuela como institución pública es una caja de resonancia de muchas de las demandas que no tienen respuestas en otras instituciones de la sociedad. En este cuadro de situación la escuela amplia sus funciones y asumes nuevas tareas: la detención de niños con carencias alimenticias serias, denuncias por maltrato infantil padres menores de edad, abuelos padres de familias donde conviven varias generaciones juntas, enfermedades como el SIDA, adicciones, entre otras. Esta serie de conflictos sociales supera la posibilidad de trabajo de un maestro y compromete a la institución en su conjunto. Pero como docentes, nuestro trabajo nos compromete a buscar conjuntamente respuestas con otros servicios comunitarios que se ocupan específicamente de estos temas (hospitales, centros de salud, equipos de orientación, servicios sociales, asesorias jurídicas, iglesias, etc.)”.
En segundo lugar, la persona encuestada 2, Profesora de artes plásticas y de tecnología, nivel primario, dice “El factor socio económico no era tan importante en la escuela, para poder perturbar la función que ésta debía cumplir…. Estamos ante una nueva cultura que supone nuevas formas de ver y entender el mundo que nos rodea, que ofrece nuevos siste-mas de comunicación interpersonal….Los alumnos tienen situaciones sociales actuales que transmiten a la escuela; y ella debe hacerse cargo de ayudar a resolverlas y contenerlos, a pesar de sacarle tiempo a la transmisión del conocimiento: como es la alimentación, los problemas de discriminación por las diferentes culturas, la falta de límites, la situación económica de las familias, las realidades familiares (divorcios, uniones de parejas, abusos, violencia familiar, padres analfabetos, desalojos, entre otros).”
Por último, persona encuestada 3, Contador público, profesor de materias contables, dedicado al nivel secundario, opina “En la actualidad atraviesa por una importante crisis ori-ginada en los requerimientos sociales hacia ella. Tales requerimientos son dificultades familiares económicas y sociales: droga, violencia, discriminación, fracaso escolar etc.
Estos problemas se los reclama a la escolarización, además, lógicamente, de su función original. Pero a su vez la sociedad requiere a la escuela que forme personas responsables, que en algunos casos los alimente, que los contenga por conductas desviadas, que acentúe los procesos de socialización, que ayude y guíe en el aricado de la salud, que incorpore conductas de comportamiento social, que los forme en valores, que los prepare para el aprendizaje permanente, que los oriente vocacionalmente, que los inserte laboralmente, que se ocupe de distintas situaciones familiares que afectan su comportamiento y aprendizaje, que los oriente en sexualidad, en la preservación del medio ambiente, que incorpore conductas de resolución de conflictos no agresivas y podríamos continuar con una lista infinita y que a lo largo del tiempo tiende a engrosarse.
La mayoría de las funciones que se pretenden hoy de la escuela fueron por siempre tareas desarrolladas por la familia, pero por las características del mundo actual ya no son posibles aparentemente que las desarrolle.

En consecuencia de lo expresado hasta el momento, el papel subsidiario del estado se ve afectado debido a la crisis cultural que estamos experimentando. Ello generado (entre otras cosas) por el avance tecnológico, las incongruentes políticas de estado, y la incesante duda sobre los valores, verdades y prácticas comunes, consideradas validas, compartidas y tomadas como propias por los integrantes de la sociedad.
Las políticas educativas, no son la principal medida para cambiar la educación en Argentina. El estado debe focalizarse en fomentar la justicia, el reconocimiento y la igualdad como medida principal. En cuanto la cultura del trabajo, el respeto por las libertades individuales, la igualdad de oportunidades, la redistribución y el reconocimiento, el respeto y la prudencia; se reparen de los daños que han sufrido, solo así se podrá lograr una educación de calidad.
Teniendo en cuenta lo mencionado en el párrafo anterior como prioridad, deberá plantearse una política educativa en consecuencia. Para ello, no solo la clase política debe intervenir; sino que se deben incluir a todos los especialistas en educación y saberes afines. Las medidas no solo tendrán que contemplar cuestiones burocráticas o administrativas, sino que deben priorizar cuestiones que impliquen un avance hacia la una educación de calidad y justa. En ello significa abarcar desde el proyecto de construcción de escuelas o determinaciones de saberes básicos, hasta la creación de obligaciones que signifique la profesionalización de los docentes como uno de los principales agentes de la educación.
Referencia bibliográfica:
TASCA EDUARDO LUIS (2012) La violencia en la escuela. Hacia una educación para la paz, 1a ed. – Buenos Aires: Dunken.
RIVAS AXEL Conferencia TED. Dos caminos hacia la justicia educativa.

2 Comentarios

  1. Como bien dice la nota debe ser estado el que el garantice la igualdad de oportunidades y posibilidades. ¿Pero eso lo hace realmente? no lo creo. Muy buen artículo, profundo y claro.

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